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IX

Se EI . PRIMER ACTO DE UN DRAMA

De todos cuantos allí habla, Amalia era la única que no conccis ń doña María Josefa Ezcurra; pero, cuando al pasar al salón vió de cerea aquella fisonomía estrecha, enjuta y repulsiva; aquelle frente angosta, sobre cuyo cabello alborotado estaba un inmenso moño punzó, armonizándose diabólicamente con el color de casi todo el traje de aquella mujer, no pudo menos de sentir una impresión vaga de disgusto, un no sé qué de desconfianza y lemor que la hizo dar apenas la punta de sus dedos cuando la vieja le extendió la mano. Pero, cuando Agustina le dijo:—Tengo el gusto de presentar á usted á la señora doña María Josefa Ezcurra; entonces un estremecimiento nervioso pasó como un golpe eléctrico por la organización de Amalia, y, sin saber por qué, sus ojos buscaron los de Eduardo.

—No me esperaría con esta tarde tan mala?prosiguió Agustina, dirigiéndose á Amalia, mientras todos se sentaban alrededor de la chimenea.

Pero, fucse casual ó intencionadamente, doña Maria Josefa quedó sentada al lado de Eduardo, dándole la derecha. Amalia se guardó bien de presentar & Eduardo. Todos los demás se conocían desde mucho tiempo.

—En efecto, es una agradable sorpresa contesAmalia á la señora de Mansilla,