Página:Amalia - Tomo II (1909).pdf/161

Esta página no ha sido corregida
— 157 —

— 157..

—Amalia su primo, mirando tiernamente Eduardo.

—Por aviso de la Providencia, se entiende; en cuanto á los que había de recibir de él, tengo mis antecedentes á este respecto.

Si, tiene razón Dariel—dijo madama Dupusquier.

—Pero Daniel, siempre ha sido para nosotros un misterio cómo apareciste cerca de tu amigo en aquella terrible noche—dijo Amalia.

.m —i ¡Vayal hoy estoy de buen humor, y te lo diré, hija ia. Es muy sencillo.

Todos se pusieron á escuchar á Daniel, que prosiguió:

—El 1 de mayo, á las cinco de la tarde, recibi una carta de este caballero, en que me anunciaba que esa noche dejarls Buenos Aires. «Entró en la moda», dije para mí; pero, como yo tengo algo de adivino, empecé á tener alguna desgracia. Fuí & su casa; nada, cerrada la puerta. Fuí á diez ó docc casas de amigos nuestros; nada tampoco. A les nuove y media de la roche ya no podia estar en cusa de esta señora, primera vez de mi vida en que he pecado coutro el buen gusto. Me sali, pues, exponiéndome... exponiéndome, etc., esta señorita concluirá mi frase. Salí, pues, y fuí á dar por las harrancas de la Residencia en donde vive cierto escocés amigo info, que parece ha hecho sociedad con Rosas en cuanto á querer dejarnos sin hombres en Buenos Aires: él levando unos á Montevideo, y Rosas mandando otros á otra parte. Pero mi escocés dormía como si estuviese en sus montañas, csperando & que víniese á doscribirlo Walter Scott. Esa noche era de asueto para él. ¿Qué ha cer entonces? Acudí á la lógica: nadio se embarca