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Minin 147 VIII

PREAMBULO DE UN DRAMA

Después de la noche del 24 de mayo, en que cerramos la segunda parte de los acontecimientos de esta historia, los asuntos individuales y los sucesos políticos de sus personajes y de su época hasta los últimos días de julio, habían sufrido cambios progresivos.

Con el tiempo, esto agente poderoso del trastorno de cuanto hay creado, la poética quinta de Barracas había ido, poco á poco, arrojando de su recinto de flores las incertidumbres y las supersticiones, y convirtiéndose en un Edén cuyas puertas, cerradas algún tiempo, se abrieron lentamente, pero al fin se abrieron á los dos ángeles sin alas arrodillados ante ellas.

Solos, entre el misterio y el peligro, entre la Naturaleza y la soledad, almas formadas para lo más sublime y tierno de la poesía y del amor; uoble, valiente y generosa la una; tierna, poética y armoniosa la otre, Eduardo y Amalia habían atado para siempre su destino en el mundo con las fibras más íntimas y sensibles de su corazón; y si la felicidad en la tierra no es un sueño con el Cielo, que domina la imaginación en el tránsito fugitivo de la cuna á la tumba, la felicidad, con todo el esmalte caprichoso con que la engalana la fantasía, había aletargado el espíritu de los dos jóvenes, y hécholes oir, ver, tocar, en los captos de poesía y