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de Dupasquier tres veces; Bello. el primo de la viuda, casi todas las tardes, y Agustine cuatro VACES .

Y por qué no se ha hecho usted amigo de Bello?

—Es un ruckasho buen federal, pero muy orgulloso; no me gusta.

Y por qué no ha visto usted á Agustina para que lo lleve?

—No quiero dar tauta publicidad á este asunto. Es una ganancia política que yo quiero hacer con usted sola.

— Política, ch? ¡Ah, tunante! pero hace bien :

tiene buen gusto: dicen que la viudita es preciosa.

—¡Ah, señora, no hablemos de eso!

Y qué más quiere la zorra ?

¡Oh!

— Bah! es usted un pobre hombre lleno de melindres. Vamos á ver: ¿se contenta usted con que ella venga á pedirme algún servicio dentro de pocos dias, y con que yo se la recomiende & usted y se la envio é la impronta ó & alguna casita por ahí?

Me habla usted de veras?—preguntó Marifio acercándose más á la vieja, relampagueándole los ojos.

—Ah, picarón, como se alegra! Asi ha de ser, y nada será más fácil, si yo no me he equivocado en cierta sospechita que tengo. Déjeme usted haoer solamente, y dentro de tres ó cuatro días, astm—to concluído; ó salimos bien ó salincs mal.

Mi amiga—dijo Mariño con un tono lleno de amabilidad, yo sólo querís de usted que, con su poderosa influencia, con su talento que no tiene rival, se hiciera usted uccesuria á esa señora, y