¡Pues un interés político 1 —Cierto.
1 —Ya.
—¿Por qué lo duda usted?
—¿Yo?
—Sí, usted, se sonríc maliciosamento.
Qué Si yo soy asi.
—Si, señora, es usted asi.
—Mire, yo soy como soy.
—La conoz.CO .
—Y yo también lo conozco.
—¿Es decir, que nos conocemos?
—Pues, prosiga, Mariño.
—Eso fué lo único que dije á usted, creyendo que no me rehusaría usted esto servicio; usted que todo lo sabe y todo lo puede.
—Pues bien, ahora va usted á oir todo lo que yo he hecho y conocerá usted si soy su amiga.
Hace mucho tiempo que sé que esa mujer de Barracas vive muy retirada, y por consiguiente debe ser unitaria.
—Oh, quién sabo!
No, unitaria, Ajo.
Bien, prosiga usted.
—Me dijo usted que creia que había un hombre oculto.
—Lo sospeché solamente.
—No, claro, oculto; yo sé lo que me digo.
—Adelante.
—Mandé una de las personas de mi servicio á indagar por el barrio con ciertas instrucciones mfas. En la acera de la casa hay una pulpería, en la pulpería una negrilla criolla, ni emisario habló con ella; le dijo que la casa de la viuda era