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VI

www DO ÑA MARÍA JOSEFA EZCURRA

Después del cuadro político que acaba de leerse, y que la necesidad de dejar dibujada á grandes rasgos la época en que pasan los acontecimientos de esta historia, con sus hombres, sus vicios y sus virtudes, nos obligó á delinearlo y á distraer á nuestros lectores, separándolos un momento de nuestros personajes conocidos, justo es volvamos ahora en busca de ellos, retrocediendo algunos días, hasta volver á encontramos con aquél de que nos separamos ya.

El lector querrá acompañarnos á una casa, donde ha entrado otra vez, en la calle del Restaurador; y por cierto que habrá de encontrar allí escenas de las que la imaginación duda y de las que la historia responde.

La cuñada de Su Excelencia el Restaurador de las Leyes, estaba de audiencia, en su alcoba; y la sala contigua, con su hermosa estera de esparto blanco con pintas negras, estaba sirviendo de galería de recepción, cuajada por los memorialistas de aquel día.

Una mulata vieja, y de cuya limpieza no podía decirse lo mismo que del ama, por cuanto es necesario siempre decir que las amas visten con más aseo que las criadas, aun cuando la regla pueda sufrir alguna excepción, hacía las veces de edccán