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pasión por los errores y por las desgracias de la mía.

Sí, tengo le en el porvenir de ini patria. Pero se necesita que la mano del tiempo haya nivelado con el polvo de que hemos salido, la frente de los que hoy viven, Si, tengo fe, pero fe en tiempos muy lejancs de los nuestros. Patria, patria! Ta generación presente no tiene sino el nombre de tus padres!

¡Y tú, Florencia, idolo amado de mi corazón; tú, ángel conciliador de ini alma con la vida, de mi corazón con los hombres, de mi destino con mi patria; tú, hebra de luz que me pone cu relación con Dios, extendida desde el Ciclo al lodo torrenal en que me alogo; tú, tú cres el único ser, de todos los que he visto sobre la tiera, á quien quisiera volver á hallar en el Cielo, para que nuestras almas volviesen, de enando en cuando, entre los pálidos rayos de la luna, á contemplar la tierra que fué testigo de nuestro amor, como es testigo de tanto desengaño, de tanta virtud meitide, de tanto crimen de tantas miserias reales I y La luna escondió en ese momento su faz de nácar entre los velos de una parda nube, y Daniel inclinó su cabeza sobre el pecho, embriagado en el éxtasis de su ospíritü, y cerró los ojos arrullado por las olas del poderoso Plata, soñolientas y perezosas bajo el tranquilo é iluminado pabellón del cielo.