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—Cabal.

—Ellos no más, con los franceses, son los que moten toda esta bulla, y después se han de ir á vivir a su tierra y nos han de dejar en el pantano.

¡Porteños al fin! Si no los hubieran dejado entrar nunca, viviríamos mucho mejor. Pero el viejo es quien tiene la culpa de todo esto.

Asf le han dado el pago: Véalos ahora, están furiosos con él, porque no pasa ei Uruguay y se va a hacer matar por ellos.

—¡ Era lo que Faltaba!

—Y ahora dicen que los franceses reclaman loseien mil pesos que le dieron para que pasase.

Sí, yo les habia de dar cien mil pesos!

—No pasó porque, mire usted, hizo muy bienen no pasar, porque con los porteños nadie puede entenderse, y el viejo no habla de ir á ponerse á las órdenes de Lavalle.

—Claro está.

—Y ahora ya saben la falta que les ha hecho.

Se los ha llevado el diablo en el Sauce Grandees mentira.

—SI , pero todos éstos de aquf han de decir que — Cabal, como se han hecho dueños de la prensa!

¡Yo habíe de ser el gobierno, y habían de venir aquí á escribir diarios!

—Pero como tienen quien los protcje!

—Como Vázquez, por ejemplo.

—Y como Muñoz, y muchos otros.

Por supuesto, orientales en el nombre!

Si se han criado entre ellos 1 El diálogo de los cinco personajes continuó, poco más o menos, bajo ese mismo espíritu.

Daniel estaba absorto. De cuando en cuando AMALIA 8. TOMO II