Página:Amalia - Tomo II (1909).pdf/113

Esta página no ha sido corregida
— 109 —

—Bien, lo haré, y así lo hará él también. Pedidme más.

—Un abrazo, señor Martigny, porque, nо 08 riáis do lo que voy á deciros, me parece que estoy viendo por última vez en el mundo á las personas con quienes hablo en Montevideo.

—¡Oh!

Superstición, poesía de los veintisiete años de la vida, quizá... ¡Adiós, adiós, señor Martigny!

Y Daniel pasó al patio donde el distinguido y generoso agente de la Francia, en 1840, dió orden á un criado do conducir hasta la fonda del Vapor al caballero que salía, volviendo él al salón que lo esperaban, agitados por diversas, pero igualmente fuertes impresiones, los señores Agüero y Varela, después de la conferencia con aquel joven que parecía comprenderlo todo, dominarlo todo y avenburarlo todo.

IV

INDISCRECIONES

El café de don Antonio era la bolsa política de Montevideo en 1840 desde las siete hasta las once de la noche, en cuyas horas se sucedían dos géneros de concurrentes: unos que iban, de las seis á las ocho de la noche, á hablar de política y tomar café; y otros, de las ocho a las once, á hablar de politica, juger y conar.

.