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hablo. Veo que el señor Agüero so sonric; pero es en mí tan profunda la convicción de lo que os digo, que arrostro tranquilo el reproche de eso, sonrisa.

2 Usted so equivoca, señor, no es un reprochedijo el ministro de la presidencia.

—Me lisonjeo de ello, señor doctor Agüero.

— Proseguid, proseguid dijo prontamente el nervioso Varela.

—El individualismo, no vacilo en repetirlo, csa og la causa de la inección de nuestros compatriotas. Rosas no encontró clases, no halló sino individuos cuando estableció su gobierno, aprovechóse de este hecho establecido, y tomó por instrumentos de explotación en él la corrupción individual, ia traición privada, la delación del doméstico, del débil y del venal, contra el amo, contra el fuerte y contra el bucno. Fundó de este modo, el temor y la desconfianza on las clases aparentemento solidarias, y hasta en el recinto mismo de la familia. Un hombre en Buenos Aires des confía de todos, porque en ninguno tiene confianza; y al andar que har tomado los sucesos en este año, antes de poco herzos de ver relajados también los vínculos de la Naturaleza, y que el hermano teine del hermano, y el esposo hasta de las confianzas con la esposa. Se tirará un cañonazo en nuestra fortaleza; se tocaré la campana de alarma, se gritará ¡ muera Rosas: en la plaza de la Victoria, y cada ciudadano se dejará estar en su casa esperando que su vecino salga el primero para ver si es cierta la novedad que ocurre.

El señor Varela se pasó las manos por la cara.

— Os afligis, señor?—prosiguió Daniel después de un momento de silencio;—es natural, porque