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100 »ta Gorda, tanto para remediar los daños de la #artillería, como para que se nos uniesen algunos >dispersos que se nos habian separado en las di»>vcisas cargas que se dieron. Nuestro ejército es »tá entero y lleno de entusiasmo, y el enemigo »permanece siempre en su escondrijo, donde no »ha hecho más que sostenerse amparado de zan»joues, y su caballería se ha fugado en la mayor »partc.

»Tenemos sólo el sentimiento de que habrá pa»sado Echagüe el parte de que ha ganado una bha»talla, como es su costumbre, pero no se pasarán »muchos días sin que tenga un desmentido clo»cuente.

»El valor de todos los individuos del ejército no »se puede expresar: era preciso haber estado en »el combate.» —Siguen ahora algunos detalles personales—dijo el señor Varela, después de concluir la lectura del diario.

1 Un momento de silencio reinó en la sala. Daniel lo interrumpió, diciendo:

—Y hien, señor Varela?

Y bien qué?—dijo inmediatamente el señor Agüero, haciendo un movimiento de hombros que marcaba bien su disgusto, con un poco de impertinencia.

Quisc decir, señor—respondió Daniel, dominando su fisonomía, con su poderosa voluntad para no dar a conocer en ella la impresión que le había hecho la súbita pregunta del doctor Agüero, y para conservar el aplomo necesario cuando se hahlans con personajes tan distinguidos por su inteligencia, y con quienes todo hacía comprender