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mento de un diario que se lleva prolijamente en el ejército, y que hace pocas horas acabamos de recibir.

I El señor Varela leyó:

f «Dia 14. Las guerrillas fuertes. El enemigo se »movió á una distancia de media legua, y desde las »cuatro de la tarde lo seguimos con ánimo de ba»tirlo. El general en jefe, el estado mayor y to»das las divisiones de caballería, mantienen sus »caballos ensillados, pues todo hace creer que ma»ñana debe darse la batalla. Hemos tenido dieci»sicte pasados del enemigo.

»Día 15. A las tres de la mañana marchó to»da nuestra infanteria y artilleria, situándose á »menos de tiro de cañón de la columna enemiga:

»antes de asomar el sol, nuestra artillería rompió »el fuego sobre las baterías enemigas, y después »de haberles muerto algunos individuos, fueron sobligados á abandonar su primera posición, vol.

>viéndose hacia su retaguardia. Nuestra línea de »batalla estaba ya formada, pero este movimiento »del enemigo ha hecho que la batalla se demore »hasta mañana, pucs siempre se mantienen en»cerrados entre zanjones impasables. Creimos que »hoy sería un día de victoria; lo será mañana.

»ia 16. El fuego de nuestra artillería de ayer »duró más de media tarde. Hubo una junta de »guerra, y resultó que debíamos batirlos hoy en »sus mismos atrincheramientos. Desde anoche lo pasó el ejército con la línea de batalla formada, esperando la aurora, que llegaba demasiado >tardo.

»Amaneció por fin, pero el cielo estaba nubla»do; no se distinguia á distancia de cien pasos.