Página:Amalia - Tomo III (1909).pdf/96

Esta página no ha sido corregida
— 92 —

se los ojos con sus manos. Pero, y la mujer?

¿Qué es de esa desgraciada, Daniel?

—La mujer? Ha enloquecido, prima mía, —Loca!!

—Sí, loca, y morirá pronto.

Eduardo hizo señas á su amigo de que mudase de conversación. Amalia se había puesto cxcesivamente pálida.

—Cuando hayamos pasado esta época terrible continuó Daniel, —y vivamos juntos, tú y Eduardo, mi Florencia y yo, entonces te diré, mi noble prima, cosas horribles que han pasado cerca de ti y que las ignoras. Es verdad que entonces seremos tan felices, que quizá no queramos hablar de desgracia ninguna. Vamos á beber momento, —Sí, sípor ese —Sí, bebamos por nuestra dicha futura—contestaron Eduardo y Amalia, acompañando á Daniel con una copa de vino.

—Apenas lo has probado, Amalia, pero yo y Eduardo hemos hecho bus veces, y hacemos bien; el vino vigoriza, y dentro de un momento vamos á correr tres leguas por la costa de nuestro río.

— Dios mío eso me inquieta—exclamó Amalia, estas horas....

—Hasta ahora, hemos salido bien, y bien saldremos en adelante dijo Eduardo.

Y si esa confianza fueso demasiada?

—¡No, amiga mía, no Los hombres de Rosas nunca andan solos, pero sus comitivas nunca pa san de seis ú ocho hombres.

—¡Pero ustedes no son más que tres!

—Justamente, Amalia, y porque somos tres, los mazorqueros necesitarían juntarse hasta el nú