Página:Amalia - Tomo III (1909).pdf/95

Esta página no ha sido corregida
— 91 —

BA

plemente parcial y en baja esfera; no hay órdones de Rosas para eso; y la Mazorca y todos los corifeos de la federación no quieren tomar posición más determinativa hasta saber los resultados de la invasión. Así es que, desde el suceso del 28, no hemos tenido nada notable en los últimos quince días; pero esa desgracia fué ordenada por Rosas.

—Pero, ¿qué desgracia ?—preguntó Amalia, llena. de inquietud.

—Es un hecho horrible, característico de Rosas.

—Dilo, dílo, Daniel.

—Oye: un tal Ramos, cordobés, hombre pacífico, abstraído é insignificante en política, llegó á nuestra Buenos Aires el 21 del corriente, trayendo una tropa de carretas desde la campaña del Sur. Su mujer dió á luz, en la madrugada del 28, un niño muerto, quedando en un estado muy delicado. Ramos salió á la calle á liacer las diligencias para el entierro. Un comisario de policía lo detuvo en aquélla, fué con él á case de Ramos, donde, sin consideración al estado de la familia, empezó el más minucioso é indecente rebusqueo, desocrrajando muebles y sin perdonar los colchones de la enferma. Aunque nada halló, tuvo que cumplir sus órdenes. Intiró á Ramos que lo siguisse; salió con él y su partida; lo sacó de la ciudad y lo condujo á San José de Flores. Entonces le hizo saber que iba á morir, y que «Su Ex»celencia el Restaurador de las Leyes le conce»dia dos horas para ponerse bien con Dios.» Las dos horas pasaron y Ramos fué muerto á pistoletazos por la partida.

— Qué horror—exclamó la joven, cubriéndo"