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Responded —gritó Daniel al mismo tiempo.

—Iba á pedirselos á Salomón—contestó el cura sin abrir los ojos y con voz cada vez más trémula.

Su respiración comenzaba & hacerse dificil.

—Que pretexto iba usted á darle?

El cura no respondió.

—Hable usted.

¡Hable usted!—repitió don Cándido, poniendo de nuevo su pistola sobre la sien de Gaete.

Por Dios! exclamó, queriendo incorporarse, y volviendo á caer sobre la almohada.

—Tiene usted miedo?

—Pues usted va á morir—dijo don Cándido.

Un rugido, acompañado de un sacudimiento de cabeza, se escapó del oprimido pecho de aquel hombre; su sangre empezaba á afluir copiosamente á su cérebro.

—Usted no morirá si se convence de que jamás se ha encontrado en esta casa con las personas ú quienes quiere perseguir—dijo Daniel.

—Pero y ustedes quiénes son?—preguntó el cura abriendo los ojos y volviendo con dificultad de uno á otro lado la cabeza.

—Nadie—dijo Daniel.

—Nadie—repitieron maestro y discipulo.

—Nadie—suspiró Gaete volviendo á cerrar los ojos y sufriendo una fuerte convulsión en todos sus miembros.

—No comprende usted lo que le ha pasado y lo que le está pasando ahora mismo?

Gaete no respondió.

—Usted está sonámbulo, y su destino es morir en ese estado el día mismo en que intente hacer