Shirny 63 —No, oye.
—Oigo.
—Seré rápido, violento, súbito en mi discurso.
—Adelante.
—Tú sabes que soy secretario privado del ministro, ahora Gobernador delegado.
—Estoy.
—Voy todas las mañanas y escribo lo que hay que copiar, aunque con trabajo; pues has de saber que la escritura, la buena escritura, pertenece únicamente á la edad juvenil, ó más propiamente dicho, á los treinta años, pues que antes de esa época de la vida el pulso está muy inquieto, y después, la vista está muy débil y poco flexibles los dedos; efecto es todo esto de la sangre que, según dicen, corre con más o menos celeridad, según los años en que esté el hombre, y según la edad, aunque en mi opinión...
— Santa Bárbara bendita! Me va usted á endilgar una disertación.
—Retrógrado.
—Bien.
—Me circunscribiré.
—Mejor.
—Esta mañana, pues...—y don Cándido hizo á Daniel la relación de cuanto le había ocurrido en casa de Arana, en el convento y en el muelle, empleando una buena media hora en unos doscientos adjetivos y un buen par de decenas de episodios.
Daniel oía, meditaba y formaba su plan con aquella rapidez de percepción y de cálculo que le conocemos.
—Conque se incomodó mucho con la cosa del sonambulismo?—preguntó á don Cándido con los .