Página:Amalia - Tomo III (1909).pdf/63

Esta página no ha sido corregida
— 59 —

se viene con cuanto sabe que á mí me gusta. Me despierta dándome palmadas, y me echa en la cama todo cuanto trae. Después, si el pohre se eroja alguna vez, se viene á las buenas.

—Es una excelente condición.

—No tiene más, sino lo que le he dicho. No sirve para nada; y yo necesito un hombre frenético, un joven de talento, varonil, que no me deje un solo instante.

—Señora, vamos, que ya estamos cerca dijo Daniel viendo que su compañera acortaba cada vez más el paso.

—S1, vamos. Le voy á leer á usted algo de mis memoriasble.

—Perdón, señora, pero...

—No hay pero que valga.

—Ya es muy tarde, señora.

—No, no, si no ha de haber venido Rivera todavía.

—Dispense usted, Merceditas; me es imposi—Sí, sí; ha de entrar.

En este momento llegaron á la puerta de la casa.

—Otro día.

—No, ahora.

—Me esperan en casa.

—¿Es alguna cita?

—No, señora.

—No es mujer?

—No, señora.

—Júremelo.

—Doy & usted mi palabra.

—Entonces entre.

—No puedo, lo repito, señora, no puedo.

MAITI