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Jakay 52 pobre víctima de la loca ambición del que le dió la vida.

La noche estaba fría, pero Garrigós empezaba á sudar desde la frente, cubierta por la máscara de la hipocresía, hasta su cuello sumergido dentro de su inmensa corbata; tal era cuanto habia perorado aquel discípulo de fray Gerundio de Campazas; y toda la concurrencia esperaba que Manucla acabase su conversación particular, para irse á su casa á referir á sus allegados las palabras, Jas sonrisas, las acciones con que habían sido honrados por la señorita doña Manuelita Rosas y Excurra.

En efecto: no bien Daniel se volvió á Mercedes, y Manucla á la esposa de Mariño, cuando sucesivamente fueron llegando á despedirse de ella cuantos allí habia, haciendo cada uno uil cumplimiento á su modo. El uno le hacía un juramento de mo rir por ella y por su padre, el otro le ofrecía una cabeza, aquél unas orejas, y más de uno le ofrecía trenzas de las salvajes unitarias; todo para cuando llegara el día de la venganza de los federales.

XI

DE CÓMO EMPEZÓ PARA DANIEL UNA AVENTURA

DE FAUBLAS

Por más de un momento Daniel llegó á creer con toda buena fe que se hallaba de veras en el infierno. Se puede imaginar, pues, lo que oiría en-