Página:Amalia - Tomo III (1909).pdf/51

Esta página no ha sido corregida
— 47 —

reme —Eche usted la vista sobre cuantos aquí hay, y á excepción de usted, yo no sé cuál de los que están esta noche en mi presencia, ha venido con otro fin que darse valimiento de federal á mis ojos, para que yo se lo repita á tatite.

Sin embargo, ellos sirven fielmente á nuestra causa.

—No, señor Bello, ellos nos hacen mal.

—¿Mal?

—Sí, porque ellos hablan más de lo que debieran, y quizá no obran con la buena fe que yo quisicra para la causa de mi padre. Además, crec que yo estoy contenta con estas mujeres y estos hombres que nos rodean?

usted —Cierto. Usted tiene más talento que todos ellos.

—No hablo de talento; hablo de educación.

—Comprendo que deba mortificarla á usted mucho la ausencia de otra sociedad.

—Hasta mis primeras amigas me haz abandonado.

—La época, quizá, —No, es esta gente, cuya sociedad tengo que aceptar porque tatita lo quiere. Creo que es ustad la única persona de calidad que me visita.

—Sin embargo, aquí veo personas muy distinguidas.

Pero que se han empeñado en hacerse peores que las que no lo son, y lo han conseguido.

Es terrible cosa!

—Me fastidian, señor Bello. Paso la vida más aburrida de este mundo. No oigo hablar sino de sangre y de tombres y estas mute á jeros. Yo sé bien que los unitarios son nuestros eneinigos. Pero ¿qué necesidad hay de estarlo repi-