Página:Amalia - Tomo III (1909).pdf/44

Esta página no ha sido corregida
— 40 —

esta el odio, en aquella el vicio en esa la, abyección de la bestia, en la otra la prostitución y el cinismo: he ahí cuanto rodeaba á aquella mujer joven en cuyo corazón la Naturaleza no había sido avara, quizá, de afectos tiernos y delicados, pero en el cual la inferual escuela en que la ponía su mismo padre, estaba encalleciendo sus sensibles fibras, al roce de las más rudas y torpes impresiones.

—Sí, todos debemos contribuir á dar un gran ejemplo para que la federación quede afianzada sobre bases inconmovibles de diamante —exclamó el diputado García, con el énfasis y la petulancia que eran habituales en sus palabras.

— Bravo!

—Ese será el día grande de la patria, el día que se apague esta fiebre de libertad que nos devora continuó el orador.—Fiebre santa que no se apagará sino con la sangre de los esclavos unita1108.

—A propósito de. fiebre—dijo Mariño al general Soler, casi al oido, mientras el diputado continuaba su estupenda peroración anto su popular auditorio. A propósito de fiebre, ¿sabe usted, Gcneral, que el cura Gaete se nos va?

—He oído que está «malo, ¿qué diablos tiene?

—Una fiebre cerebral espantosa.

—; Hola!

—De muerte.

—Desde cuándo?

—Creo que hace cinco ó seis días.

—¡Malo!

En todo el delirio no habla sino de magnetismo; de Arana, de dos que dice él mismo no quiere nombrar, de una porción de disparates!