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curo, abundante y fino, nariz recta, y boca granlde, pero fresca y picante; tal era Manuela en 1840..

Su carácter era alegre, fácil y comunicativa.

Pero de vez en cuando se notabs en ella, después de algún tiempo, algo de posedumbre, de melancolia de disgustos; y sus vivos ojos eran qubiertos alguna vez por sus párpados imitados; lloraba, pero lloraba en secreto como las personas que verdadoranonte sufren, Su educación de cultura ora descuidada, pero su talento natural suplía los vacíos de aquélla.

Su madre, mujer de talento y de intriga, pero vulgar, no había hecho nada por la perfecta edu cación de su hija. Y, huérfana de madre hacía dos años, Manuela no contaba, en la época que narramos, con otro ser que debiera interesarse por ella, sino su padre; porque su hermano era un bellaco rudo, inclinado al mal, y sus parientes se cuidaban mucho de Juun Manuel, pero nada de Manuelawwww..

Su corazón había sentido dos veces ya la tierna serenata, del amor á sus carradas puertas; poro las dos vecos la mano de su padre vino & achar los cerrojos de aquéllas, y la pobre joven tuvo que ver los más bellos encantos de la vida de una mu jer al través del cristal de su imaginación.

Su padre había decretado el celibato eterno de aquella criatura sabedora de todas sus miserias, de todas sus intrigas y de todos sus crímenes, porque entregaría todos esce importantes secretos con el corazón de la joven.

Ella, además, era un instrumento de popularidad. Con ella lisonjeaba el amor propio del pleboyo alzado de repente á condición distinguida en AMAI IA 3.—TOMO I