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aun después de la muerte del cónsul y de quedar la casa sin consulado.
Y de doña Marcelina, sólo se sabe que un día vino á proponerle su mano á don Cándido, como un vivo recuerdo de los peligros que juntos habian corrido, lo que don Cándido rechazó horrorizado.
FIN DEL TERCERO Y ÚLTINO TOMO
POTE