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Dios, y el respeto de Dios, á lo más santo y más sublime del corazón humano, á la hebra imperceptible de luz que liga al ángel caído con la esencia de la divinidad que lo hizo: el amor.

El sacerdote acabó una oración, hizo esa pregunta, en cuya respuesta so sella el destino que va más allá, más allá de la tumba, y que no hay labio humano que la pronuncie sin sentir cl calor del corazón latiendo apresurado. Y luego, en nombre del Trino indivisible y eterno, Eduardo y Amalia quedaron unidos para la tierra y para el Cielo, porque las almas que Dios junta en la tierra, por inspiración purísima de su divino soplo, si aquí se separan un momento, allí se juntan en el seno inefable de la inmortalidad!

T Un suspiro desahogó el oprimido pecho, y en la presión de sus manos, en el rayo profundo de sus miradas, y en la sonrisa ingenua de sus labios, Amalia y Eduardo nadaron en espacios de ventura, atravesaron siglos de felicidad, y por primera vez el cristal de sus ojos fué empañado por una lágrima de ventura; y sus rostros, un momento antes tan pálidos, se sonrosaron de improviso con los relámpagos de su propia dicha.

No bien se hubo concluido la ceremonia, y mientras Amalia daba un beso á Luisa que lloraba, cuando Daniel se acercó & Pedro y le preguntó al oído:

— Su caballo de usted está en el pesebre?

—Estú.

—Lo necesito por una hora.

—Bion.

Luego, tomando de la mano á Amalia_yllevándola á un sofá de la antesala, mientras Eduardo daba las gracias al sacerdote, le dijo: