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gauslo, que, tomando por pretexto la federación, echó por tierra la federación y la unidad. Sin embargo, el partido federal sonreía creyéndose vencedo, mientras que legaba a la historia el dereclic de acusarlo justa y terriblemente algún dia, por haber querido comprar el sacrificio de sus adversarios políticos con la libertad y el honor de su país, entregándolo á manos de un bandido que debía, más tarde, piser con el casco de sus potros los derechos mismos que buscaba bajo el sisterna federal. Porque es mentira que padeciesen un error los federalistas; es mentira que no conociesen á Rosas: Rosas fué conccido desde que tuvo 15 años. A esa edad fué hijo insolente; á los dieciséis, fué hijo hufdo; más tarde, fué un gauche ingrato con sus bienhechores; después, fué siempro un bandido, rebelde á las autoridades de su país.

Ese era el hombre que en 1840 se encerraba en los redustos de Santos Lugares, porque marchaba sobre la ciudad el puñado de libertadores que conducía el general Lavalle.

Llevemos la vista hasta los campos de Luján.

Y allí encontraremos esa cruzada de valientes, á la indecisa luz de los crepúsculos de la tardo, símil de la indecisa suerto que corrían; todo el mundo á caballo, y el pequeño ejército dividido en dos cuerpos: el primero mandado por el genoral Lavalle; el segundo mandado por el coronel Vilela.

Estos dos cuerpos iban á separarse momentáncamente; el primero iba á dirigirse hacia el Sur; el segundo quedaba sobre ján.

El general Lavulle quería conocer primero el espíritu de la campaña al Sur, antes de marchar