Página:Amalia - Tomo III (1909).pdf/319

Esta página no ha sido corregida
— 315 —

Directamente la ha recibido, comandante?

—Sí, señor don Daniel. Yo ya no me entiendo sino con el Restaurador. No quiero saber nada con doña María Josefa.

— —¡Mire que lo ha molido!

—Ahora se ha agarrado con Gaetán y Badia, y Troncoso; y siempre dale con Barracas; y siempre con aquel salvaje que se escapó, como si ya no estuviera con Lavalle.

[Conque hasta á mí me aborrece esa señora!

—No, de usted no me ha hablado nada. Es á su prima á la que no quiere.

Yo lo he de contar algún día por qué, comandante.

—Hoy estaba encerrada con Troncoso, y una negrita de por ahí por la quinta.

Mientras usted, comandante, se ocupa de los verdaderos servicios á la federación, veo de lo que se ocupa dofie, Maria Josefa.!

—Pues haciendo espiar mujeres.

—Por supuesto. La negrita ha de ser espía.

¿Qué quiere tomar, comandante?

—Nada, don Daniel, acabo de almorzar.

Y no ha ofdo nada?

—¿De qué?

—Todavía no ha recibido cierta orden?

—No sé, pues.

—Por el Retiro.

Por el Retiro?

—Sí, pues, la casa grande.

La casa del consul?

—81.

—Ah, no. Orden, no, pero ya sabemos.

¡Asil Y Daniel juntó todos los dedos de su mano de.