Página:Amalia - Tomo III (1909).pdf/318

Esta página no ha sido corregida
— 314 —

Pariente y muy cercano—le repuso don Cándido. Una misma sangre corre por nuestras venas, y nos debemos cariño, estimación y protección recíproca, por la conservación de nuestra sangre.

L —Vaya, pues, si en algo puedo servirlo...

—Conque, comandante—dijo Daniel, interrumpiéndolo para que don Cándido no acabase por revelarse más, conque ni los partes le publican?

—No, señor. Ahora mismo acabo de pasar el parte sobre el salvaje unitario Salces, y no lo han de publicar.

—¿Salces?

—Sí, pues; el viejo Salces. Ahora mismo lo acabamos de degollar.

Don Cáudido cerró los ojos.

—Estaba en la cama continuó Cuitiño, pero de allí no más lo sacamos, y lo degollamos en la calle. El otro día pasé el parte, también, cuando degollamos al tucumano La Madrid. El jueves pasado degollamos á Sañudo y siete más, y tampoco han publicado esos partes. Por lo dama?

á mí, tiene razón mi primo... ¿cómo se hace —Cándido contesto Daniel, viendo que el dueño de ese nombre no parecía estar dueño de su vida.

—Pues decía, que tiene razón mi primo Cándido; y que ahora, cuando empiece la cosa en grande, no voy a dar cuenta á nadie.

— qué todavía está para empezar?—preguntó don Cándido con una voz que parecía salida, no de un pecho, sino de un sepulcro.

—Sí, pues. Ahora va á empezar lo bueno. Ya tenemos la orden.