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mo debían la inclita fama y honra del patriarcal Gobierno de nuestro Ilustre Restaurador de las Leyes, y de su respetabilísima familia. Hice, con elocuencia y entusiasmo, la biografía de todos los miembros de las ilustres familias del Excelentisimo Señor Gobernador propietario, y de su Excelencia el Señor Gobernador delegado; concluyendo que, por honor de estas ilustres ramas del tronco federal, la religión y la política estaban interesadas en evitar que se cometiese una tropelía contra el sobrino de un tío como yo, que había dado clásicas pruebas de valor y perseverancia federal; y que, por no distraer la atención de los señores Gobernadores y demás altos y conspicuos personajes, ocupados actualmente en la independencia de la América, pedía al convento de Santo Domingo asilo, protección y albergue para mi inocente sobrino, ofreciendo donar para limosnas una suma crecida, en oro ó en papel moneda, según lo que dispusieran los RR . PP . Tal fué en muy ligero extracto, el discurso con que abrí mi conferencia. Pero, y contra todas mis previsiones y perspicacia, el reverendo padre me dijo:

—Señor, yo quisiera poder ser útil á usted, pero no podemos mezclarnos en los asuntos politicos, y algo ha de haber cuando persiguen á su sobrino de usted.

—Protesto una, dos y tres veces—le respondi, —contra todo lo que pueda decirse de mi inocente sobrino.

—No importa—replicó. Nosotros no podemos indisponernos con el señor don Juan Manuel; y lo único que podemos hacer es rogar á Dios por que proteja la inocencia de su sobrino de ustedsi en verdad es inocente.