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Ese solo decreto estaba destinado á envolver más desgracias y más lágrimas, que toda la serie de los delitos de Rosas.

  • En presencia de la muerte, la sociedad no pudo darse cuenta inmediatamente de toda la importancia de aquel estudiado acto de venganza.

Y mientras asi temblaba y se sacudía convulsiva entre el puñal, el hambre, la desesperación y el terror, el ejército libertador, persiguiendo á López, se alejaba, y se alejaba para siempre; y el pueblo emigrado en la orilla oriental del Plata se echaba en los brazos de una nueva esperanza, con la llegada é Montevideo del vice—almirante »bra, á indemnizar d los luenos federales de los quebrantos ó por>juicios que supone habarles causado el general Lavalls. [Ca>lumnia indigna! Lavalle respeto completamente a las perso >nas y las propiedades: y aun la mayor parte de las caballadas de que dispuso y de los animales que alimentaron su ejército, >le fueron llevados espontaneamente por la multitud de que en en la rogistes á la fraiempaña Labía. Provocamos á 108 1 >ile forzó áradie in de agcella imputación. ¿Acaso lavapa impostoras contra algún eneralgo armado, y menos aún contra los dosarmados? ¿Pren>dió, persiguió, ó fusilo á alguno? ¿Ejercio algún aoto de fero >cidad? ¿Confiscó tampoco la propiedad de nadie? Incendió dastruyó? Hizo oxa exacciones forsadas o i o impuso contribuciones?

Odles faéron, pues, esos supuestos perjuicios?

Lo cierto es que todo eso no faeron siro pretextos y pala>breo del decreto y, que Rosas, sin dar tales premios á sus sol>dados ni tale indemnizacionca & sus buouos federales. hiso entrar en sus arcas el producto de las confiscaciones, y lo diú > an antojo el destino que mejor le plugo. Uno de ellos fué el page á ciudadanas francosos de las indemnizaciones que la Franola lo obligo & reconocer en el tratado de Mackau, de 29 de octubre. Con el sudar de lus onemigos de Rusas vió la Francia indemnizados á aquellos de sus nacionales que lo fueron por *perjuicios resultantes de las exoasos y locuras del mismo Ro*yas.

>Tanto menos puede justificarse el oxpaliatorio decreto non la invasión de Lavalle, cuanto que él comprende y se aplico á todos los onormigos de Rosas y no meramente a los que la ejer cieron, promovieron ó ayudaron dentro o.fuera del pais, como un todo caso debió ser. El condond á la indigencia los anitarios en masa, por sólo el hecho de serlo, aunque nada hubiesen intentado contra Rosas, ni en el país ni fuera de él; es de-