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imtro egoísmo; nuestra ignorancia sobre lo porta la fuerza colectiva de los hombres, nos comserva & Rosas en el poder, y hará que mañane corte en detalle las cabezas de todos nosotros, sin que haya cuatro hombres que se den la mano para protegerse reciprocamente. Será siempre mentira la libertad, mentira la justicia, mentira la dignidad humana, y al progreso y la civilización Inentiras también, allí donde los hombres no liguen su pensamiento, y su voluntad para ha cerse todos solidarios del mal de cada uno, para congratularse todos dei bien de cada uno, para vivir todos, en fin, en la libertad y en los derechos de cada uro. Pero donde no hay veinte hombres que unan su vida y su destino el día en que se jueguen la libertad y la suerte de su patria, la Libertad y le suerte de ellos mismos, alli debe haber por fuerza un Gobierno como el de Rosas, y allí está bien y en su lugar ese Gobierno...

Gracias, amigos mios, honrosas excepciones de nuestra raquítica generación, que tiene de sus padres todos los defectos sin ninguna de las vir tudes. Gracias otra vez. Ahora ya no hay patria para mañana, como la esperábamos. Pero es preciso que la haya para dentro de un año, de dos, de diez, quién sabe! Es preciso que haya patria para nuestros hijos siquiera. Y para esto, tenemos desde hoy que comenzar bajo otro programa de trabajo incesante, fatigoso, de resultados lentos, pero que darán su iruto con el tiempo. El trabajo de la emigración. El trabajo de la propaganda en todas partes, & todas horas, sin descanso. El trabajo del sable en los movimientos militares.

El trabajo de la palabra y de la pluma donde haya cuatro hombres que nos escuchen en el exteAMALIA 17.—TOMO III

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