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de las flores abría su globo de púrpura para beber el llanto de la aurora, dejando herir su seno por el rayo del matutino sol, á cuyo influjo fermentaba el ámbar que encerraba; como la virgen que deja penetrar por su pupila la mirada ardiente que va hasta el corazón, y roba y bebe el primer soplo de amor, que un suspiro de la Divinidad puso en su seno.

Y sobre las hojas punzóes de la rosa, ó sobre la frente pálida de la azucens, la mariposa csparcía el polvo de oro de sus alas, y se remontaba luego á embriagarse de luz y de colores: imagen delicada y tierna de la mujer, cuando se abre la flor de su inocente. vida, y vuela en el jardín de las ilusiones, derramando el oro de su imaginación sobre las flores fragantes de sus deseos.

Las olas comenzaban á descansar ya de su agitación en el rígido invierno que acababa, y se dormían sobre sí mismas, como reposan las pasiones sobre el mismo corazón que les dió vida. Los vientos de la Parnpe plegaban su ala poderosa; y las templadas brisas de los trópicos se escurrían á la región del Plata, & conquistar el desierto palacio del invierno.

Toda la Naturaleza se regeneraba, se cubría de gales, respiraba esperanzas, y reflejaba poesía, como la amante abandonada vuelve á la radiantez de su belleza rebosando promesas y alegría, cuando el aliento del amante ausente viene de improviso á entibiar la frente marchitada por el frío glacial del abandono.

Al invierno «yermador», árido y triste, sucelía la creadora y alegre primavera. Y para toda la Naturaleza había una caricia, una sonrisa, una promesa... menos para el hombre.