Página:Amalia - Tomo III (1909).pdf/23

Esta página no ha sido corregida
— 19 —

" 10 1zan; su vida se reconcentra en vez de expandirse. La soledad y la Naturaleza han puesto en acción sobre su espíritu sus leyes invariables y eternas, y la libertad y la independencia de instintos humanos se convierten en condiciones imprescindibles de la vida del gaucho.

El caballo concluye la obra de la Naturaleza:

es el elemento material que contribuye á la acción de su moral. Criado sobre él, la inmensidad de los desiertos se limita y apoca para aquél que la atraviesa al vuelo de su caballo. Criado sobre él, se hace su déspota y su amigo al mismo tiempo. Sobre él, no teme ni á los hombres ni á la Naturaleza, y sobre él, es un modelo de gracia y de soltura, que no debe nada ni al indio americano ni al jinete europeo.

Los trabajos de pastoreo á que se entrega por necesidad y por vocación, completan después su educación física y moral. En ellos se hace fuerte, diestro y atrevido, y en ellos adquiere esa desgreciada indiferencie por los espectáculos de sangre, que influyen tanto en la moral del gaucho.

Entre el hombre y el animal existe esa simpatía íntima, esa relación común que tiene su origen en la circulación de la sangre. El gaucho pierde la una y la otra por la habitud de verter la sangre, que viene á convertirse en él, de ocupación en necesidad, y de necesidad en diversión.

Esa vida y esa educación le dan una idea tal de su superioridad sobre el hombre de la ciudad, que, sin esfuerzo y naturalmente, siente por él un profundísimo desprecio.

El hombre de la ciudad monta mal á caballo; es incapaz de conducirse por sí solo en las llanu-