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Así lo dispongo, no siendo dada la orden por Corvalán.

11 —Muy bien.

—Yo sé algo de esto, poco más o menos. No hagamos que tatita sirva de pantalla.

Bien, bien—repuso Victorica contentísimo de haberse vengado de doña María Josefa; y cual si quisiese recompensar á Manuela del buen rato que acababa de darle, le ofreció mandarle al coinisario en el acto que llegase con las noticias del campamento.

Pero pido & usted—agregó, que, buenas ó naias las noticias que traiga, no pasen de usted, hasta que yo se las ropita como es mi obligación.

—Se lo prometo á usted:

—Entonces, buenas noches, Manuelita, Y el jefe de policía volvió á pasar por entre los grupos que poblaban la sala y el patio, sin que nadie se atreviezs á detenerlo para pedir noticias, como hacían todos recíprocamente.

El asiento que dejó, no quedó vacío ni un minuto, pues un nuevo personaje de la época vino á dar á la joven anticipadas felicitaciones por el próximo triunfo federal.

Y mientras Manuela suplicaba á su nuevo interlocutor que saliese á pedir á las negras que no gritasen tanto en el patio, y les dijese que suz padre las recibiría con mucho gusto en el campaInento, doña María Josefa daba la mano, despídiendo á un personaje de gallarda estatura, como de treinta y ocho & cuarenta años, de hermosos ojos, moreno, de espeso y negro bigote, y vestido con chaqueta de paño grana, pantal negro con franja punzó, chaleco y corbata de este último