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Esta noche me llevará 1sted una carta á la escuadra bloqueadora.

—Muy bien.

—Me traerá usted la contestación mañana antes de las diez.

—Y antes también, si usted quiere.

—Mañana, á la oración, estará usted en su ca sa para recibir dos pequeños baúles que guardará usted en el sótano donde están dos cajones de armas. En esos baúles irán alhajas y objetos de señora, que usted mismo embarcará y llevará á bordo del buque que yo le designe, cuando me haya traído la contestación de la carta.

BELLE

—Todo se hará así.

Conoce usted bien la costa de los Olivos?

—Como esto—contestó el contrabandista abriendo su grande mano y mostrándosela á Daniel.

Puede atracar una ballenera con facilidad?

—Según esté el río. Pero hay un puertito que llaman el Sauce, que, aunque haya poca agua, puede entrar una ballencra y esconderse entre las toscas, sin peligro ninguno. Pero ese está más allá de los Olivos, como á una milla.

Y por los Olivos?

—Si el río está alto. Pero hay un peligro.

Cuál?

Que las dos falúas de la Capitania, recorren toda esa costa desde las diez de la noche.

Las dos juntas?

No. Generalmente se separa0.

—¿Qué tripulación montan?

—La una ocho, y la otra diez hombres, y andan bien.

—Bueno, Mr. Douglas. Todo eso me era importante saber. Recapitulemos: