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.93 —Son ya nuestros últimos viajes, sofor—dijo Eduardo tan pronto como se embarque madume Dupasquier, quedará vacía la casa de los OliVOS .

NORM

A —Hasta mañana, pues..

—Hasta mañana, señor.

—Hasta mañana, mi querido amigo.

Y los dos jóvenes abrazaron & su antiguo catedrático de filosofia, á quien Daniel acompañó hasta la puerta de calle.

VI

EL CONTRABANDISTA DE HOMBRES

Apenas se habia retirado el doctor Alcorta, cuando se sintieron dos palmadas en el escritorio de Daniel, contiguo al aposento, como se sabe.

—Espera dijo Daniel & Eduardo, y pasó al escritorio, algo sorprendido de aquella llamada en una pieza donde nadie entraba sin su orden.

—Ah, es usted, mi querido maestro?—dijo el joven encontrándose con don Cándido.

—Yo, Daniel, yo soy. Perdóname; pero es que viendo que tardahas, principié á sospechar que te hoorías salido por alguna puerta secreta, exçusada, que me fuese desconocido; y como de algún tiempo a esta parte huyo de la soledad... Porque has de saber, mi estimado Daniel, que la soledad afecta a la imaginación, facultad que, según dicen AMALIA 13.—TOMO III