Página:Amalia - Tomo III (1909).pdf/195

Esta página no ha sido corregida
— 191 —

gido es la mejor de toda esa larga y recta calle, y con veinticinco hombres más que me deje el General, yo le respondo de la retirada, si llega á haber necesidad.

— Armas?

FAL

—Tengo cuarenta y seis fusiles y tres mil cartuchos que he hecho comprar en Montevideo y que están ya bien seguros en Buenos Aires.

—La señal?

—La que me avisen del ejército, si se deciden á atacar.

Las comunicaciones son seguras?

—Muy seguras.

—Bien, entonces apruebo con más razón la segunda idea, porque es preciso que estén ustedes desembarazados de asuntos domésticos, para toda eventualidad. Sólo temo el momento del embarco.

—Eso es lo de menos, doctor; no habrá riesgo.

Acabo de mandar llamar á un agente mío para remitir por él una carta al comandante de un buque bloqueador, previniéndole y pidiéndole una ballenera armada, porque el único peligro sería encontrar alguna de las embarcaciones de la capitanía que suelen recorrer las costas.

—Bien pensado.

—Le diré también que él mismo determine la noche, la hora y la señal con que me avisará desde á bordo.

El embarco será por San Isidro?

—Sí, señor. Eduardo le habrá dicho á usted todo á ese respecto.

—Si, ya.

¿ Y cree usted que madame Dupasquier se resista al viaje?