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>diecisiete años, se hallaba á bordo de un bergan»tín de guerra francés en clase de guardia marina.

»La peste diezmó la tripulación del buque fran»cés, y no sobrevivió á sus estragos otro oficial que »el guardia marina Mackau. Lleno de una noble satisfación por hallarse mandando un buque do guerra francés, determinó confirmar la elección »de la suerte por un ilustre hecho de armas. Pronato se encontró con un buque de guerra inglés:

»era la «Critie». Después de un combate prodi»gioso, Mackau rindió al buque enemigo que es»taba mandado por un antiguo teniente de mari»na. Este puudonoroso mariao fué á la presencia »de su vencedor, y al considerar que éste no era »sino un joven guardia marina de diccisiete años »al mando de una tripulación diczmada por la »peste, fué tan grande su pesar, que rindió la vida zá la fuerza de su tormento.

»Su afectísimo, etc.» —Todo se combina para que los sucesos marcheu á su fin, amigos míos—dijo el doctor Alcorta, después de leer.

—Si, & su fin, ¿pero cuál?

No oyes que viene una expedición, Daniel?

—Que llegará tarde, y que entretanto inspira las cartas que escriben al General desde Montevidoo para que no exponga su ejército y espero esa expedición, que, ó no vendrá, ó si viene hará que Rosas transija con los franceses, antes de llegar las fuerzas al Janeiro.

— Pero sería una infamia de parte de la Francia —repuso Eduardo.

—En política no se miden las acciones por la moral individual de los hombres, Eduardo.