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ra no vuelva usted á gritar tan descompasalamente, á lo meros por un cuarto de hora.

Y el joven volvió á las habitaciones interiores.

—No es nada; era una escena entre dos personejes los más originales que he visto en mi vida, y que en otra, circunstancia me harian gozar mucho dijo Daniel al volver á su alcoba, y dirigiéndose al doctor Alcorta y á Eduardo, que estaban allí hacía largo tiempo.

Daniel, al separarse de doña Marcelina la primera vez, era & aquellos á quienes había venido á buscar en su dormitorio, con la carta que había conducido monsieur Douglas, el contrabandista de unitarios, como se sabe ya.

Al eutrar la primera vez, Daniel se había dirigido al doctor Alcorte, diciéndole:

—He aquí lo que acabo de recibir de Montevideo.

El doctor Alcorta tomó el papel, y leyó:

«Paris, 11 de julio de 1840.

»El vicealmirante Mackan ha sido nombrado para mandar la expedición del Río de la Plata, »en lugar del vicealmirante Bandin. Partirá in»mediatamente. El señor Mackau, perteneciente »á una familia distinguida de Francia, tiene la »gloria de haber terminado las cuestiones que tu»vo Francia con Santo Domingo y Cartagena.

»Es notable por su irrepidez, y los que hayan »leído la historia artima de Francia, recordarán »su bella acción de armas con la Critie, un buque »de guerra inglés. En la guerra que desgraciada»mente existió últimamente entre la Francia y la »Inglaterra, el señor Mackau, que apenas tenía