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el agua del vaso un color de sangre y de fuego.

Este fenómeno de óptica llevó el terror á la imaginación de los secretarios, que, herida por la idea que acababan de comprender en Rosas, al mandar las clasificaciones á su hermana política, les hizo creer que el agua se había convertido en sangre, y súbitamente se levantaron pálidos como la muerte.

La óptica y su imaginación, sin embargo, se habtan combinado para representar, bajo el prisma de una ilusión, la verdad terrible de ese momeuto. Si; porque en ese momento bebía sangre, sudaba sangre y respiraba sangre: concertaha en su mente, y disponía los primeros pasos paia las degollaciones que debían pronto bañar en sangre á la infeliz Buenos Aires.

IV

DONDE AFARECE , COMO APARECE SIEMPRE , NUESTRO

DON CANDIDO RODRIGUEZ

Si los capítulos anteriores han podido dar una ligorisima idea de la ferocidad de Rosas, también habrán hecho reflexionar, es probable, sobre el mcdo cómo se ocupaba de la defensa de su causa, frente al enemigo que invadía y amenazaba.

Hay resistencia en el espíritu para creer que en todo pensase. Rosas, en los primeros días de septiembre de 1840, menos en una formal organización de defensa, en un plan de campaña, tan serin