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volvió á la presencia de Rosas, mientras que el soldado iba a buscar un vaso de agua que habla pedido ol Dictador.

III

1 UN VASO DE SANGRE

Ya se iba?

Ya, Excelentísimo Señor.

—No; espérese. Siéntese.

Corvalán se sentó.

—A ver—continuó Rosas dirigiéndose á uno de Jus secretarios:—cuál es el legajo que trajeron ayer?

—Aquél, Excelentísimo Señor—contestó el secretario señalando uno inmenso que estaba sobro una silla.

—Desátelo.

—Ya está, Excelentísimo Señor.

—Bueno, saque una clasificación.

—Cuál de ellas, Excelentísimo Señor?

—Empiace por la primera. Búsquela.

El escribiente se puso á recorrer los papeles.

—Aquí está, Excelentísimo Señor.

—Lea.

Y Rosas volvió á sus paseos en la habitación,