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II

SANTOS LUGARES

Las primeras luces del alba se dibujaban sobre el Oriente, y la vista se fatigaba por definir los objetos informes que, aquí y allú, se le ofrecía en grandes grupos, en el campamento de Santos Lugares.

Eran centenares de carretas.

Montes de tierra á orillas de las zanjas que so habían abierto.

Cañones de batería.

Cerros de balas.

Cientos de carpas formadas de cueros, y desparramadas en el mayor desorden.

Caballadas, annas, soldados, mujeres, galeras, todo confundido y en el más completo desarreglo.

Y el toque de diana en los batallones, la corneta de la caballería, la algazars del cuerpo de Indios, la gritería de las negras, el movimiento de los CR ballos, el grito del gaucho enlazándolos, todo á la vez venía á formar un ruido indefinible, para que el oído, como la vista, se intrigaso también.

El cuartel general estaba hacia el extremo derecho del campamento, en un gran rancho que, sin embargo, no hospedaba de noche al general en jefe.

¿Dónde dormía Rosas? En el cuartel general tenía su cama, pero allí zo dormía.