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de ésta, propio de sus jefes, propio de sus verdugoe.

Hosted Bandadas de ellos, de distintas jerarquías y condiciones, empezaron á apostarse en las puertas de los templos, llevando cántaros con bree derretida y moños de coco punzó.

Estos trapos eran untados con brea, y á ouantas jóvenes salían del templo sin la gran manche de la federación en la cabeza, tomábanlas brutalmente de la cintura, las arrastraban en medio de ellos, y sobre la cabeza linda y casta pegaban el parche embreado y la empujaban luego, entre algazara y risas federales; pues tenemos en todo que valernos de esta expresión que no se cala de los labios en la época que describimos.

A las puertas del colegio tiene lugar una de esas escenas á las cnce del die..

Una niña salía con su madre, y es arrebatada por algunos de los que allí esperaban á las señoIES .

La joven comprende lo que se quiere hacer con ella, y en el acto se quita el chal que cubría su cabeza y la presenta á las manos de sus profanadores.

La madre que estaba contenida por otros, grita desesperada:

—Ya no hay un hombre en Buenos Aires para proteger á las señoras.

—No, mamá—dice la joven con la palidez de la muerte en su semblante, pero con una sonrisadel más profundísimo desprecio,—no, mamá, los hombres están en la guardia de Luján, donde está mi hermano. Aquí no hemos quedado sino las mujeres y los tigres.

La comunidad de la Mazorca, la gente del mer