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»muchos años, de un modo que no ofrecerá posibi »lidad de nuevo incremento, ni aun con el auxi»lio de un poder extraño.

»Dar al general Lavalle todo cuanto elemento »sea posible, es lo único que aconseja la situación »actual; pero dárselo sin pérdida de hora, porque »del efecto moral que produzca una violenta in»vasión á la ciudad, más un ataque á los reduc»tos de Santos Lugares, puede resultar solamente >el triunfo de un ejército que no cuenta tres mil >hombres, con las dos terceras partes de caballe>ría; que tiene por enemigo un poder fuerte doble»mente en el número y que no puede, ni debe »contar con la minima cooperación de los habitan»tes de Buenos Aires, sino cuando haga sentir el Bruido de sus armas y los vivas á la patria dentro »de las calles mismas de la ciudad.

— »Este aparente contrasentido en un pueblo, cu»ya mayoría maldice las cadenas que lo oprimen, y espera con toda la efusión de su alma la regeneración de la libertad patria, yo sé bien que los »unitarios se empeñan en separarlo de su considera»ción, porque ellos no quieren convenir en que el »pueblo de Buenos Aires no sea, en 1840, lo que en »1810: es un honroso error, pero es error al fin, y >pucs que los hechos que están ya bajo el dominio »histórico, y que han acaccido en todo el norte de »la provincia, destruyen la mitad de las ilusiones unitarias, y arguyen muy alto contra las que se stienen fundadas en la ciudad, yo creo de una innegable conveniencia no contar con otros rescursos que los que tiene propios el ejército.

»Es imposible, materialmente imposible, esta»blecer una asociación de diez hombres en Buenos »Aires: el individualismo es el cáncer que corroe