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escritorio, leyólas, tomó la fecha de una de ellas, y escribió luego la siguiente, que leyó después con completa calma:

«Al señor Bouchet Martigny, etc., etc.

  • Buenos Aires 1. de septiembre de 1840.

A las cuatro de la mañana.

»Muy señor mío: Están en mi poder sus cartas »del 22 y 24 del pasado, y la última me ha con»firmado la lisonjera idea de que la noble causa »de mi patria encuentra prosélitos, no sólo en sus »hijos, sino también en los hombres de corazón, »cualquiera que sea la tierra de su nacimiento; y las solicitudes que me avisa usted haber sido »dirigidas por compatriotes suyos al Gobierno fran>cés, sobre los asuntos del Plata, y en favor de »la causa argentina, son otros tantos títulos de >reconocimiento hacia esas excepciones nobles de »la Europa, que tan mal nos comprende y peor >nos quiere.

Pero al pagar mi parte en esta deuda de gra»titud, debo decir á usted con lealtad que, á la »altura á que han llegado los acontecimientos, »toda interposición que deba venir de Europa, fa»vorable ó adversa á nuestra causa, no llegará á »tiempo de influir en los sucesos, porque las dos »causas políticas deben resolverse al influjo de »les armas, dentro de pocos días.

»Para mí, la situación encierra un dileme pre»ciso y terminante á este respecto: ó la ciudad >es tomada antes de quince días, y entonces Ro»sas está perdido para siempre ó el ejército liberstador se retira, y entonces todo se pierde por