Página:Amalia - Tomo III (1909).pdf/109

Esta página no ha sido corregida
— 105 —

ció al general Mansilla, que hacía ese noche el servicio de jefe de día.

—Usted por aquí, Bello?—contestó el General.

—Sí, señor; yo por aquí, después de haber andado más de una legua por la costa del río á ver si daba con usted, pues que no lo he encontrado er las inmediaciones de ninguno de los cuarteles de la ciudad. No hay más: me debe usted un caballo, pues que el mío ya no puede más, después de la que ha corrido en su busca.

—Pero quedó usted en ir á casa á las once, y he salido á las once y cuarto.

—Entonces, yo tengo la culpa?

—Por supuesto, Bien, me conficso culpable, y no reclamo el caballo.

—Convenido.

Y hay novedad, General?

—Ninguna.

Pero yo le he pedido á usted que quiero ver á nuestros soldados en sus cuarteles.

—He empezado por los del Retiro, y nos faltan todos los demás.

2 Y se dirige usted ahora?

Al fuerte.

—¡A que están dormidos!

Tomal alcaldes y jueces de paz, húgame usted el favor, qué soldados!

Bien, General, ¿qué camino va usted á llevar?

—El del Bajo, porque voy primero á la batería.

—Bien, nos encontraremos en la plazoleta del fuerte.