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¡Imposible!

en los diez años de ausencia sin noticias suyas; no ha dejado de amar un instante y los años apenas representan un día para él. Aquella mujer es suya, es su genio, su arte, su inspiración, su alma, y aquella mujer no puede abandonarla sin que él la mateAtraviesa delirante las calles y sale del pueblo, pasa ante la puerta de la vieja iglesia donde su madre le enseñó las primeras oraciones, sin que la idea religiosa se levante en su alma; cruza cerca del pequeño cementerio que guarda los restos de los que le amaron, y su recuerdo no borra el deseo de venganza que bulle en su mente.

Al fin ve la casa de su novia, la ventana y el rayo de luz que se escapa de las entreabiertas maderas, haciendo destacarse la querida cabecita rubia.