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Ha muerto Simone de Beauvoir. .. La noticia interrumpió el incesante vomitar de los teletipos sobre la estupidez humana: bombardeos, amenazas, terrorismo. .. y aunque los miedos impotentes seguían flotando en el ambiente, volvimos a sentirnos personas al recordar a esa lúcida francesa de todas partes que nos abrió nuevos caminos en la

senda que nos lleva al conocernos.

Vieja Simona

De Mujeres - NO 11 Abril-mayo *86 - España

Frente a la nada, frente a la impoten- cia, en una Europa masacrada por la barbarie, surge la opción ética (¡Qué miedo da utilizar esta palabra tan des- gastada últimamente!) de un proyecto personal que convierte al hombre en dueño y responsable de sus actos. Al hombre y a la mujer, ese segundo sexo que ha de tener dignidad de igual, precisamente porque es capaz de asu- mirse como libertad en acto, como ser frente al mundo capaz de construir su existencia cuando todos los valores parecen desmoronarse y ya no hay trascendencia, ni celestial ni histórica, _en la que refugiarse. Simone de Beau- voir se convierte así, junto a Sartre, con su vida y con sus ideas, en paradigma de un proyecto de libertad asumida, de coherencia y de lucha infatigable por lograr que ese proyecto personal, esa idea moral, se encarne en la exis- tencia, en la personal y en la colectiva.

La mujer, como el hombre, no es, se hace y, a partir de esa visión exis- tencialista, se genera una de las más ricas perspectivas para enfocar el papel de la mujer en la sociedad contempo- ránea. No hay biología determinante, sino voluntad. racionalidad e inteligen-

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cia y capacidad para la acción; respon- sabilidad y sentido crítico permanente para entender que el proyecto personal no es nada si se desentiende del proyec- to colectivo, si deja de mirar al Otro, de ponerse en su lugar. Por eso, la mu- jer, ser marginal, como las minorías oprimidas, como los negros o los ju- díos, sólo puede redimirse cuando co- mienza a construirse como libertad en acto, como proyecto afirmativo, como conciencia que actúa sobre el mundo.

Había algo admirable, como de gra- nito finamente pulido en esa anciana. eternamente joven, que guardaba sus cabellos tras un turbante y que comba- tió incansablemente contra la tortura, la injusticia, la opresión o el crimen le- galizado desde el Poder, fuera éste cual fuera. Hoy, cuando la noticia de su muerte nos llega junto a la del brutal atentado cometido contra el pueblo libio, su imagen retorna con un valor de símbolo. Y no sólo para las mujeres, sino para todo aquel que vuelve a plan- tearse su existenci: como un proyecto responsable y lúcido, como una asun- ción de la propia libertad. Luchó por la mujer, pero también demostró cuál es la única postura posible para el in- telectual en una sociedad como la con- temporánea el análisis crítico de la realidad y el intento de construcción de una ética.

Lourdes Ortiz