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miento, en nuestro siglo, se reemplazó la lactancia por el biberón, se suprimió el derecho

a amamantar, a buscar una (esa) situación placentera. Según las diferentes épocas son diferentes las formas en que se manipula con nuestro cuerpo, incluso la valoración estética cambia según pautas culturales. Y hoy en día aceptamos que nuestros pechos sirvan para promocionar automó- viles o billetes de lotería, pe- ro hemos llegado a dudar de que sirvan para amamantar a nuestros hijos.

Lo habitual es que se tome el amamantar como un hecho entre madre e hijo. Es decir, social- mente se lo toma como un hecho privado, para que luego la so- ciedad se beneficie con el adul- to resultante. Dar el pecho es muy difícil en esta etapa de la civilización donde la mujer debe ser jovial, independiente, crea- tiva, dinámica y sexy.

El permanente doble someti- miento a que aludí en párrafos anteriores, más la inclusión del biberón, más el rol laboral re- munerado, más otros factores económicos, políticos y cultura- les hacen que la lactancia ma- terna -que es una actividad por excelencia femenina- sea la sín- tesis de gran parte de los con- flictos de la mujer en nuestra época.

Este conflicto merece ser analizado para que no se trans- forme en una polémica, que re-

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sultaría estéril, entre quienes defienden el amamantamiento a ultranza y quienes se oponen ro- tundamente. Se pueden redefinir los términos de la opresión, no solo desde la política partida- ria sino también desde la polí- tica del género mujer. Existe un bache entre el propiciar la lactancia y la realidad cotidia- na, donde se dan todas las con- tradicciones surgidas del some- timiento a que se ve expuesta la mujer: los mitos los tabues so- ciales. El primer lugar donde se deja el amamantamiento es en la cabeza de la madre, no en la boca del chico. Creo que las mujeres, sean amas de casa, asa- lariadas o profesionales, debe- mos buscar, exigir, gestionar lugares de información.

La leche materna es un ali- mento óptimo, de costo cero. Amamantar es muy simple pero es una actividad que se vive como nueva, que necesita ser reapren- dida. Creo que entre todos de- bemos rescatar esta práctica an- cestral de la especie, para que no nos empobrezca el desarrollo incesante de la técnica.

A partir de la preparación y conocimiento, la mujer puede re- cién optar por alimentar a su bebé solamente dándole el pecho, o alternar con mamadera las ho- ras en que ella está fuera de casa, o no darle pecho en abso- luto.

Obstétrica Marta Teresa Bober