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prime muchas de las expresiones demo-

cráticas. Las miles de mujeres que desfi- laron en las calles de Teherán en defensa de sus derechos y contra la implantación del uso del velo han sido violentamente reprimidas y agredidas.

Esto no significa que el poder sea in- dependiente y que pueda analizarse sin tener en cuenta el proceso económico y las relaciones de producción: las relacio- 'nes de poder no son exteriores sino in- manentes a otrg tipo de vínculos o procesos socioeconómicos. Las relacio- nes de poder no se ubican sólo a niveles superestructurales en funciones represi- vas, sino que, desde donde actúan, de- sempeñan un papel productor. Sus efec- tos se manifiestan en multiplicidad de formas; son relaciones que atraviesan, caracterizan y constituyen el sistema'to- tal, organizando a los sujetos. Los suje- tos son portadores de poder.

Las concepciones reduccionistas al en- focar su análisis sólo desde una de las formas en las que el poder se expresa, la económica, conducen a supbner que el reemplazo de una clase por otra en el do- minio del aparato del Estado modifica las relaciones de dominación. Sin embar- go, parece ser que el problema consiste en que transformar las relaciones sociales de producción es condición necesaria pe- ro no suficiente; es imprescindible trans- formar también las superestructuras ideológicas que perpetúan la domina- ción entre los sexos.

Otro aspecto importante a considerar “es cómo funciona la articulación poder- saber, en relación de la dominación hombre-mujer. Esto permitiría com- prender cómo desde el poder se cons- truyó un discurso —desde la biología, la psicología, la historia— que ha servido de fundamento a toda una legislación discri- minatoria de la mujer, restrictiva de su li- bertad.

Analizar la relación hombre-mujer

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como relación de poder, es considerarla desde la complejidad de sus mecanismos, desde su especificidad, desde la forma que se inserta en cada relación social. Re- laciones no son sólo reproducción del Es- tado. El hombre no es el representante del Estado frente a la mujer, así como en la familia el padre no es nada más el re- presentante del soberano. La familia no Teproduce a la sociedad y ésta, a su vez, ho la imita. Lo que interesa análizar es qué mecanismo de poder hizo que la fa- milia sirviera de soporte para políticas de control sacial, qué relaciones de domina- ción, qué técnicas de sujeción operan en el seno de la fami'ia y sobre las cuales se inscriben determinadas políticas. En de- finitiva, es preciso desentrañar de qué manera el sistema se apropia de los me- canismos de poder a través de los cuales el núcleo de la dominación se constitu- ye en soporte de las distintas formas en que éste se expresa.

El núcleo de la relación. hombre-mu- jer, dominación-sometimiento, tiene sus propias técnicas y mecanismos: la suje- .ción, la jerarquía, la obediencia. El sis- tema se apropia de esos mecanismos en tanto son útiles y necesarios para man- tener las relaciones de dominación, en la fábrica, en la escuela, en la sociedad en su conjunto.

La condición de la mujer, como rela- ción de dominación, sólo puede transfor- marse a través de un nuevo estilo de de- sarrollo en el que ella también se consti- tuya en agente del proceso. Un estilo de desarrollo que modifique no sólo las estructuras económicas, sino la misma estructura del poder. Es necesario un nuevo estilo de desarrollo, pensado desde la utopía de este siglo, donde se modifi- quen las relaciones de dominación y explotación entre los seres humanos co- mo alternativa del orden vigente. La li- bertad será, entonces, la base de la rela- ción hombre-mujer.