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Alternotiva Feminista


Hubo un tiempo en que las mujeres eran tan escasa en el laboratorio como las ratas muertas de viejas. En los años setenta comenzó a combatirse el pre- juicio contra las mujeres en las ciencias, y a aumentar el numero de las que ob- tenían doctorados en ciencias exactas o ingeniería (ver gráfico). Ahora algunas de estas científicas examinan lo que ellas sospechan que es el resultado de años de investigación exclusivamente masculina. La dominación masculina de la ciencia, dicen, ha afectado su contenido: qué preguntas se formulan y qué respuestas se hallan. “Lo que nos preocupa es: ¿qué efecto produce el hacedor de la ciencia sobre lo que la ciencia hace?” dice Shir- ley Malcolm de la Asociación Americana por el Avance de la Ciencia.

La idea de que las teorías científicas están teñidas de valoraciones culturales no es nueva. Thomas Kuhn, en su libro “La estructura de las revoluciones cientí- ficas” de 1962, decía que el “paradig- ma” dominante de una ciencia no depen- de solamente de “verdades” experimen- tales, sino también de las creencias com- partidas por la comunidad científica. Los investigadores se preguntan ahora si el género interviene en la configuración de esas creencias. En su reciente libro “Re- flexiones sobre el género y la ciencia”, Evelyn Fox Keller, de la Northeastern University, sugiere que en el surgimiento de la ciencia moderna intervinieron valo- Tes que nuestra cultura asocia con el hombre: el personaje del siglo 17 Francis Bacon, por ejemplo, introdujo en la ciencia conceptos masculinos como do-

CIENCIA:

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LIBERACION EN EL LABORATORIO

Sharon Begley

minación y control; conceptos que im- pregnan aún hoy el pensamiento científi- co. “Nuestras leyes de la naturaleza, son algo más que simples expresiones de los resultados de una investigación objeti- va”, escribe Keller. “Debe leerse también su contenido personal, masculino por tradición”.

Las actitudes masculinas tiñeron parti- cularmente el estudio de los primates. Los primatologistas volvieron del campo con informes que enaltecían 'el rol del macho dominante: cómo peleaban, se apareaban y, lo mas importante, deci- dían quién se reproduciría. Las mujeres que se aventuraron en el campo trajeron una historia distinta. Sarah Hrdy, de la Universidad de California encuentra que entre los langurs las hembras elijen sus parejas de manera de '“maximizar las po- sibilidades” de supervivencia de las crías.. Las primatologistas enfatizaron otras conductas que no involucraban al ma- cho de la especie —Las jerarquías femeni- nas, las interacciones madre-hijo— y pin- taron un cuadro más rico de la sociedad primate. “Puede que estas otras cosas fueran ignoradas debido a las expectati-. vas que [los primatologistas masculinos] pusieron en su estudio”, dice Malcolm.

Los temas de dominación y control pueden encontrarse también en investi- gaciones más antiguas. En biología mole- cular, por ejemplo, se sostenía que el ADN controlaba la célula, pero por su parte estaba libre de toda influencia ex- terior. Pero a comienzos de la década del cincuenta Barbara McClintock, del Cold

Spring Harbor Lab, puso en tela de juicio