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ISSO EDITOR 14 L REA

En poco tiempo más debe concluir el juicio que se sigue a los ex-comandantes que integraron las Juntos de Gobierno durante la pasada Dictadura. Sus atropellos a los Derechos Humanos han motivado diversas expresiones de preocupación en el país y en el mundo.

Los feministas también hemos manifestado nuestra ferviente adhesión a la defensa del derecho inherente a todo ser humano de que sean respetadas su integridad física, su libertad y su vida. Existen sectores que se adjudican una superioridad moral, cuando sólo tienen el uso de una fuerza criminal que les permite erigirse en cuanto pueden en Jueces y dueños de la vida de los demás.

Queremos señalar que la violación sexual ha sido casi una constante dentro de las prácticas aberrantes que sufrieron las víctimas del ejercicio sistemático de la violen- cia desde el Estado. Queremos señalar que las mujeres sobrevivientes del genocidio relatan los tormentos sufridos y cuentan también las vejaciones de que han sido objeto por parte de los represores.

El avance de la conciencia sobre este tema ha ido permitiendo que las mujeres denuncien los atropellos en vez de callarlos como habitualmente sucede. Por otra parte estos sucesos han ocurrido durante siglos en la humanidad, independientemente de la represión política que ha servido para invalidar la “Excusa” de una supuesta provoca- ción. Pero no se los denuncia por los medios de comunicación en forma específica. Como siempre, esta atrocidad que afecta a tantas mujeres en todo el mundo, nos si- gue haciendo víctimas potenciales de esa patología de las situaciones de poder o como se lo quiera llamar; esto sigue deslizándose silenciosamente como una barbaridad más dentro de ese cuadro siniestro.

Es sabido que también algunos de los hombres secuestrados en esos años os- curos fueron objeto de vejaciones sexuales. Las pericias médicas en el cadáver de un adolescente “desaparecido” indicaron que no solo presentaba signos de torturas sufri- das por picana eléctrica y golpes que causaron su muerte, sino además que había sido sometido sexualmente. No creemos que sea un caso aislado. ¿Porqué estos hechos no se denunciaron?. ¿Es que consideran más “normal” que esto les suceda a las mu- jeres?.

La respuesta no la tenemos ni creemos que sea necesario darla, Lo que sí que- remos es exhortar tanto a los hombres como a las mujeres para que denuncien estos hechos denigrantes. Hay que hacer consciente de ellos a la sociedad para que no sigan ocurriendo; para que sean castigados aquellos que, amparados en la fuerza y en cierta tolerancia que las costumbres han otorgado para estos actos, continúen sometiendo a su crueldad, a seres desprotegidos en sus derechos. Estos atentados sexuales contra mujeres y hombres deben ser considerados con toda seriedad por las autoridades, los sociólogos, sicólogos, médicos y todos los estudiosos de los fenómenos sociales.

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